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Relato corto

Los tipos duros también bailan

[NOTA: Empieza a reproducir el vídeo, sabrás cuando empezar a leer] Me miras entrecerrando los ojos al otro lado de mi whisky con hielo en la barra de madera pulida por miles de vasos como el mío y el tuyo. Enciendes un cigarro. Pasas tus […]

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Un beso

Distancia fingida. Aparente separación. Inevitables palabras.

Dejamos la acera para entrar en el camino del parque. Apenas unos metros, porque ya es inaguantable. Y sucede.

Mi mano se prende de tu brazo, mi cuerpo se acerca al tuyo y el corazón se me desboca. Milésimas de segundo separan tu rostro del mío. Una eternidad que cruzo a ciegas sintiendo que salto al vacío. Alegría y miedo. Esperanza y miedo. Deseo, pasión, añoranza, sueños que fueron y en este instante son. El aire entra frío en mis pulmones. No sé qué piensas. No sé qué sientes.

Siento la suave tibieza de tus labios en los míos. Una fracción de segundo después comprendo que es real. Otra más y el miedo se extingue. El resto sirven para transformar ese contacto en una fusión de sonrisas que laten al unísono. Una descarga de alegría estremece mi cuerpo. Siento que no me cabe dentro y que tengo que ahogar una lágrima de emoción.

Silencio sonriente. Miradas silenciosas. Tu reproche es dulce, te vuelves, empiezas a caminar. Reacciono, te alcanzo, te miro: te brillan los ojos de felicidad.

Se acabó el invierno.

Una caricia

El hilo musical trata en vano de ocultar el murmullo de conversaciones. Sesenta y cinco centímetros de madera entre tú y yo. Lo sé porque al alargar mi brazo no alcanzo a tocarte, lo cual te anima a burlarte de mis intentos lanzándome tu mirada […]

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Una sonrisa

Sol. Brisa. Tú.

Te siento aún teniendo mis ojos cerrados. Muevo unos centímetros mi mano y alcanzo a rozar tus dedos. Inclino mi cabeza, siento tu pelo tocar mi cara antes de apoyarla sobre tu hombro.

Te siento sonreír aún teniendo mis ojos cerrados. Tus dedos se mueven muy lentamente para acariciarme con suavidad. Caricias de milímetros. No me ves, pero sé que me sientes sonreír.

Te siento mirando al futuro. Mis ojos cerrados lo miran contigo. Tan real como tu roce ahora, es cada detalle de la vida que nos espera y que nuestras miradas teñidas de sueños comparten en este instante bajo el sol, con la brisa bailando en tu pelo, con la sonrisa que hacemos entre los dos a medias.

Tú. Y todo lo demás, que también es tú.

Bajo la nieve

Toda la ciudad estaba blanca. La nieve caía lenta y pesada, como si en el cielo hubiera estallado una guerra de almohadas. La nieve crujía bajo mis pies con cada paso y, de vez en cuando, sentía el tímido beso frío de un copo en […]

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El charco

Era un día normal. Casi soleado después de varios días de lluvia. Y yo caminaba un tanto distraído, intentando averiguar si el sol conseguiría hacerse un hueco más grande entre las nubes o no.

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¿Y para qué?

¿Y luchar para qué? Si siempre aquello que quiero no es para mí.

¿Rendirme? ¿De qué? Si querer a alguien, para mí, significa que no lo tendré.

Sólo me queda el cansancio más absoluto de esto que debo llamar vida. Un tiempo espeso como el crudo que atrapa gaviotas y las hunde de negro.

Y luchar […] si […] quiero […] para mí.