Distancia

Pueden ser metros o miles de kilómetros, pero la distancia, en realidad no se mide, se siente; y para ese vacío que nos absorbe no hay ecuación posible. Separados. Aislados. Cada uno en el pequeño mundo de su habitación escapando de ese otro mundo ajeno y peligroso de ahí fuera. Lejos de todos hasta el punto de que, sin darnos cuenta, acabamos lejos de nosotros mismos.

Pero entonces hablamos.

Los párpados se convierten en la puerta que cruza el espacio para acercar nuestras risas, un portal que nos transporta a un lugar diferente a todos en el que todo es posible si tu voz o la mía lo proponen. Un lugar donde cada palabra es cierta, el anillo, los planes, el viaje, trabajar juntos, compartir toda una vida…

Tú en tu voz viajando hasta mí. Yo en mi voz llegando hasta ti. Voces que viajan más allá de los párpados. Un abrazo de sonido tibio como tu piel; un beso de ondas suaves como tus labios; una caricia de frecuencia que eriza levemente mi piel como la excitación que antecede el momento en que nuestros cuerpos se tocan.

Basta cerrar los ojos mientras escucho tu voz para sentirte cerca. Sentir que si alargo la mano podré acariciar tu pelo, bajarla rozando las formas de tu cara hermosa y recorrer tu brazo extendido a lo largo de tu cuerpo hasta llegar a la cintura y pegarme a ti.

Si te puedo oír, estás aquí.

Basta con cerrar los ojos.

Y esperar.

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.