Amanecer

Un sorbo a la taza caliente que sostengo entre las manos. El marco de la puerta sobre el que me apoyo, el calor en la palma de las manos y mientras baja a mí estómago. La cama, revuelta, cubierta por la sábana fina de luz que entra entre las cortinas. Luz que baila al ritmo de la brisa que mueve las cortinas y recorre tus pies, tus piernas, tus nalgas, tu espalda y el pelo rubio que brota de la almohada.

Tú.

Tu cuerpo.

Tu olor.

Tú dormida, el deseo despierta y me llama desde las sábanas. La taza en la mesilla, mis piernas tras las tuyas, tus nalgas y mi cintura, mi pecho y tu espalda, tu cuello y mis labios, mi mano y tus pechos.

Un suspiro.

Un despertar.

Una mañana más de martes con manos como un mar también, como marca, en marcha de Marte hacia Venus.

Hasta que te giras, me besas, y dejo de pensar.

«Buenos días.»

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