Noche en blanco
No puedo dormir. No tengo tu cabeza en mi pecho y tu pelo entre mis dedos. No tengo tus sueños ni estoy en ellos. No tengo el olor de tus sábanas perfumadas con el sexo cometido nada más tocarlas.
No puedo dormir.
Más allá de los cristales estás tú. Y, apenas al otro lado de los cristales, hay una furiosa tormenta.
Tormenta de lluvia, viento, remolinos de hojas, ramas rotas. Como mi cara; lágrimas, aullidos, pensamientos arremolinados, esperanzas rotas.
Más allá de mi piel, ya no hay nada porque te has ido. Debajo de mi piel ya, no hay nada porque me dejaste vacío.
Y no puedo dormir. No tengo tu risa ni tus lágrimas; ni la música de tus ojos ni el ritmo de tu carcajada. No tengo ya ni la energía necesaria para soñar que esta pesadilla se acaba.