Un fragmento de tiempo

Fuimos hasta el río. Yo me sumergí rápido en el agua fría y, al salir para tumbarme en las rocas de la ribera opuesta, sentí el sol calentarme la piel. Cerré los ojos para disfrutar esa sensación unos segundos. Cuando los abrí, no estaba preparado para lo que iba a pasar.

Te miré.

Maravillosa.

El frío que subía desde tus piernas en el agua te erizaba la piel morena y sonreías. Detrás de ti, la brisa hacía cosquillas a las hojas de los árboles y sonaba la risa del agua jugando entre las rocas. El cielo nos cubría azul. Creo que hasta el propio tiempo decidió pasar más despacio para disfrutar de toda esa belleza de la que formabas parte.

Una libélula azul se acercaba a ti. Revoloteó a tu alrededor, dibujando desde tus muslos, por tu cintura y hacia tus hombros, una espiral en la que giraste buscando con tu mano su caricia alada.

Cuando volví a verte la cara al terminar tu giro, tus ojos brillaban de alegría, tus labios se abrían para dibujar una luminosa sonrisa y el pelo caía tras su breve vuelo de nuevo hacia tus hombros.

Un fragmento de tiempo.

Magia.

Increíble y maravillosa.

Tú.

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