¿Qué tal estás ahora?

¿Qué tal te sientes ahora que eres consciente de lo que haces? ¿Cómo te sientes sabiendo que la cama que ahora está fría a tu lado no volverá a tener el calor que deseas? ¿Qué te hace sentir esta certeza de que quienes por ahí han pasado no sólo no te llenan, si no que te han dejado más vacía?

Te miras al espejo y no sabes a dónde vas. Buscas ropa, te arreglas, te ves mona. Atractiva. Pero evitas mirarte a los ojos. No te das cuenta o intentas no pensarlo pero es así: no eres capaz de serte sincera.

Haces tu vida. Tu rutina. Y no te das cuenta de que incluso salir, beber y acabar con alguien forma ya parte de esa rutina. Cuando salen de tu casa miras la cama revuelta, sientes apenas los restos de la borrachera y notas cómo el vacío ha crecido un poco más.
Perdida. Te ves perdida pero incapaz de alargar la mano para coger aquella se te ofrece para guiarte.
Independiente. Te crees independiente y fuerte, te engañas a sabiendas de que te engañas porque prefieres esconder el miedo que tienes a romperte.
¿Cómo te sientes sabiendo que estás perdiendo la oportunidad de dejar de estar así? ¿Qué tal te sienta saber que no estoy a tu lado y que con cada noche que te equivocas matas un poco más mi intención de volver a tu lado?
Sigue así. Haz tu vida. No sé si será demasiado tarde cuando por fin decidas mirarte a los ojos en el espejo y reconocerlo. Pero aunque así fuera, sabes que debes hacerlo: debes serte sincera, reconocer que lo que quieres no es lo que tienes.

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