Fe de erratas
A mi correctora
«Corriges lo que ves, señalas los errores, les dices que así no es pero ellos argumentan que los estás cambiando.»
En el suelo un puñado de lápices, bolígrafos de diferentes colores y algún rotulador incluso, que ha rodado desde la cama. Y nosotros fuimos los papeles que ahí se marcaron, se subrayaron y también se tacharon, entre las sábanas y las discusiones sobre forma o hasta el fondo.
Me cogiste siendo apenas un borrador y pasaste páginas conmigo. De mí sacaste algo bueno, alguna cita incluso. En mí dejaste borrones y tachones pero también mejores palabras, mejores besos, muchas verdades y más de un atrevimiento.
Y vienes ahora y me ves y la portada ha cambiado y mis textrañas te parecen cambiadas, diferentes. Pulidas. Como las dejaste, pero pasadas a limpio.
Me miras.
Y yo te cojo la mano y pongo tu índice sobre las erratas que aún contengo, señalado una a una. Imperfecto, pero mejor que antes de ti.
¡Precioso!