Ve
Esa sensación de que podía protegerte de todo.
Esos momentos en que te sentía segura en mis brazos.
La felicidad de tener tu confianza.
La fuerza que me daba tu necesidad.
Esa sensación de ser útil al menos para eso. De existir por un motivo. De vivir para eso.
Ese tiempo que queda atrás y ahora miro teñido de nostalgia, cubierto de vacío y empapado en soledad, la mirada al suelo, las manos -antes talismán de tu confort- en el fondo de los bolsillos.
Pero ve. Ve a otros brazos que además de cobijo te dan tanto. Ve y lleva contigo la sonrisa que igual que provoqué también acabé por borrar. Ve aunque me niegue, aunque acepte y rechace. Ve.
Miro estos brazos, siento los hombros demasiado ligeros sin tus lágrimas y lamento haber sido el consuelo necesario a causa de mi tormento.