En el camino de vuelta a casa

Mi hijo no dejó de tirarme de la manga hasta que me paré, me volví y le pregunté:
-¿qué pasa?
– Mira -su manita de cinco años señalaba el cielo- no hay luna. Es de noche, no está -frunció el ceño y quedó cabizbajo-. Me falta mucho la luna -farfulló finalmente entre dientes.
Lo apreté contra mí y despeiné sus cabellos con un gesto con la mano. Miré al cielo púrpura buscándote a ti y pensé: tú me faltas mucho.