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septiembre 2016

Sin deshacer las maletas

– Lo cierto es que apenas he deshecho las maletas. En seguida volveré a irme. A finales de mes más o menos. Yo la miraba fascinado. Aquella chica había viajado por medio mundo, había trabajado en lugares fantásticos… y era encantadora. Contando sus batallas transmitía […]

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Tu dolor

Hoy la muerte me ha visitado. Y la he reconocido a pesar de todo. No venía de negro, con túnica y guadaña.

Hoy he visto a la muerte en tus lágrimas, en la expresión rota de tu rostro, detrás de tus ojos tan tristes. La he visto como nunca imaginé.

Y tuve tanto miedo… Apenas he podido cogerte la mano y mirar. Desear que pronto pase todo, que puedas volver a sonreír recordando los momentos que pasaste con él; sin la punzada de la angustia de haberlo perdido.

Llorabas y el corazón se me partía con cada una de las gotas de plata que salían de tus ojos. Y me apretaba contra ti para no derrumbarme, sin poder hacer nada más que estar ahí a tu lado, callado, viendo como la muerte de tu ser querido te estaba queriendo matar.

Pensé muchas palabras y cosas que decir. Fallidos intentos de consuelo que conseguí ahogar antes de que salieran de mi boca. Contuve mi pena, alejé mi dolor y posé mis labios en los tuyos. Tus ojos se abrieron enrojecidos, pero entre los regueros de lágrimas de tu cara esbozaste una sonrisa y supe que mi calor te había llegado.

He visto la muerte en tu desconsuelo y desesperanza, y he tenido miedo. Pero estaré contigo.

Esta noche

Entre mis barbas quedan enredados aún tus besos y por mis dedos juegan a esconderse como una sombra los restos del olor de tu cuerpo. Como un tatuaje queda el recorrido de tus manos por mi cuerpo marcado hasta las venas.

Pero tu ausencia….

Ahora tu ausencia llena este cuarto, empuja las paredes sobre mí y hace del aire sucio alquitrán que ahoga mis pulmones.

Quiero que el alba deje su caprichoso paseo y te traiga a mi lado. Es así.

Tan sencillo. Tan estúpido

No esperes que esta noche la luna te susurre un cuento. No esperes.

Tu piel, hoy, será unas horas la simple sábana de este cuerpo que se enfría. Serás el último paño que empape su sudor. En ti quedará prendido su último calor.
En un extremo de ti, piel blanca que cubre el futuro cadáver, brotan yedras revoltosas que crecen por ti rojas. Sus raíces capotean en el charco de sangre, pero sus hojas, como rubíes, reptan por ti tiñéndote.

«Tan sencillo como no olvidarte, tan estúpido como aún quererte.»

Su tinta última se seca en el papel que ahora ya se ha hecho parte de la piel de tus manos, rugosa, áspera… hasta que la yedra que sigue adornándote de rojo brillante llegue. Y cuando la tinta y la sangre se encuentren brotará de su pecho y a través de ti, piel tan fina, casi ya nada más que paño rojo, una respuesta.

La luna, al final, ha bajado a contarte un cuento y confundir mis palabras. Y con ellas a ti. Pero no te dejas arrastrar por su fábula, quieres que mi palabra continúe. La luna murmura pero no interrumpirá.

Tú, de su sangre ya, sobre él y siendo él cada vez más, te esfuerzas por oír que tu final se acerca y que te has sacrificado. Pero hoy la luna no te susurra el cuento que quieres oír. Hoy, no te sacrificas por él en gesto de amor. No. Hoy, él muere desangrado en su lecho porque no soporta quererte.

Hoy, camina de la mano de la Dama del Alba porque le dejaste de querer. Y estar sobre su carne tratando de mantenerla viva no esconde ese hecho.
Hoy, estás muriendo porque lo mataste al negar que lo querías.

Lo que sí y lo que no

Hay cosas que duran un segundo. Otras un poco más. Sea como sea, la gran mayoría de las cosas duran poco. Por desgracia las buenas también pasan (y por algo decimos «lo bueno, si breve, dos veces bueno») pero eso nos deja el hecho de que lo malo tiene fecha de caducidad («no hay mal que cien años dure»).
Dura poco la flor que te he regalado. Unos días como máximo… luego quedará su recuerdo.

¿Sólo eso?

Tengo la intención de pensar que no es sólo eso. Es más, me considero afortunado de creer que no todo se acaba. Hay ciertas cosas que duran para siempre, que no se agotan, ni extinguen ni desaparecen. Las importantes. Las mejores. Por ejemplo, la razón por la que decidí comprarte esa flor.

Todo lo que está detrás de esas acciones que nos animan y/o animan a los demás es lo que no va a desaparecer nunca. Eso prevalecerá.

Por eso, con la sensación de que el tiempo vuela me siento y te escribo estas líneas que desaparecerán entre otras muchas pero que sé que al menos leerás una vez. Y te digo: mis regalos se perderán o romperán u olvidarán. Pero cada cosa que te he dado, ha sido desde el cariño o el amor o la amistad o todo ello al mismo tiempo. Así que recuerda que te quise y que te quiero. Recuerda que incluso cuando yo no esté, pues también mi existencia está limitada y ya consumida en gran parte, te quedará este amor.

Se irá el calor, el olor, el tacto, la mirada, el abrazo, los labios y los besos.

Morirá esa flor.

Pero yo, en ti, no.

Nunca.

03/01/213

Mirándote en mis adentros

Quien se enamora dice sentir mariposas en el estómago.

Lo que yo siento ahora son hormigas en el corazón. Cientos de miles de pequeñas punzadas, diminutos mordiscos, incesante movimiento inquieto y errático. Me abro la carne de par en par y veo mi corazón negro y palpitante de una vida ajena porque dentro está seco.

Se me ha escapado el alma y casi la prefiero fuera de mí: al menos así una de las dos partes de mi ser estará aparentemente a salvo de ti. A salvo de las dudas. A salvo de los mordiscos de la pena.

Los meandros que antiguas lágrimas trazaron en mi piel aún siguen secos, no han vuelto a brotar de mis ojos nuevas angustias condensadas. Y seco quedará mi rostro, añorando las otras lágrimas, las que eran dulce zumo de felicidad.

¿Sale el sol? ¿Es luz aquello que parece entrar por una rendija de este nicho? ¿Un nuevo día? Sea. Que mis pulmones se llenen de aire de nuevo, no brotará más un grito de angustia. ¡Sigo vivo! Romperé esta losa que me has hecho cargar y la vida que está ahí fuera me llenará. Sí. Sí. Sí. Seré yo sin ti más yo que nunca y mi felicidad será tu pesadilla, mi alegría tu veneno, mi sonrisa tu puntilla.

 12 jun 2006