Culpable

y aquel rasguño se me abría,
y ya tardaba en cicatrizar

Escribí en la noche con los labios, a brochazos de sangre:
«PERDÓN»
y caí al suelo rodeado de hielo.
El frío comenzó a tener su telaraña sobre mi cuerpo y mi mirada trepó fuera de mi cara y huyó, para buscarte, a lomos de una gaviota. Sobrevoló mares, montañas doradas por el alba y valles arropados por la noche, viajó buscándote por todo el globo.
Pero emprendió el regreso sin haberte hallado.
Entreabrí la boca y la escarcha me invadió el pecho
y aquel rasguño se me abría,
y ya tardaba en cicatrizar

Regresaba de nuevo entre el hielo mi perdida mirada y ya me daba por muerto sin una última caricia de tu sonrisa. Se cubrieron mis ojos de cristal recordando aquel sueño que viví de
ir más allá de lo permitido,
por los fluidos que recorren el cuerpo

someterme a tu hechizo, olvidando mentir
en otro nivel, no querer recordar
ni siquiera el pasado
que sientes que está
completamente agotado

y entonces, mi mirada se posó a mi lado, se volvió hacia mi rostro vacío y descubrí que tus manos me estaban acariciando. Tus labios tibios rompieron la prisión de mis ojos y el silencio clamoroso de tu mirada perdonándome rompió la red que atrapaba. Y en el abrazo que nos dimos desperté, te miré de nuevo y sentí como tus labios se movían:
«te perdono».

se nublan los ojos
todo de un mismo color
mientras todo da igual

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