Browsing Category:

Recuperados

A la noche no le importas

«A la noche no le importas una mierda».

Levantó la cabeza sintiendo gotas de sudor frío que le caían por la frente, buscando la cara que decía esas palabras. Sentía en la palma de su mano el frío de la pared en la que se intentaba apoyar y sentía el olor amargo y ácido del vómito salpicado entre sus pies.

«Podrías quedarte aquí tirado y a nadie le importaría» continuó la voz.

Con gran esfuerzo, giró la cara y empujó sus ojos todo lo arriba que pudo para intentar ver algo. Apenas alcanzó a ver una figura que se recortaba sobre la luz al fondo de una farola moribunda. Sintió sus piernas temblar por el esfuerzo de mantenerlo erguido y en su cerebro empantanado algunas ideas empezaron a intentar despegarse del limo del alcohol que las tenía presas.»

¿Se puede saber qué intentas» siguió la voz «además de matarme con ese olor a mierda y esa mirada vidriosa?» Reunió sus fuerzas, se irguió y consiguió girar sobre sus pies hasta poder dejarse caer contra la pared. En lateral, intentó dar un paso de lado. Pero la tierra giraba demasiado rápido para él. Intentó abrir la boca. «¿Quién eres y qué quieres de mí? ¿Qué coño miras? ¿De qué cojones me estás hablando?» pensó. Pero sólo escuchó una serie de gruñidos ininteligibles salir de su garganta pegajosamente, arrastrándose a duras penas, y que cayeron a sus pies como aquellas últimas gotas de vómito.

«A la noche no le importas una mierda. Y a mí tampoco».

Un corto paso y luego otro. La mirada clavada en la sombra recordada contra la luz. Jadeos y suspiros. Más sudor y el vómito del suelo queda ya un poco atrás. Los ladrillos de la pared manchan y arañan su ropa. Pero consigue acercarse un poco más. La silueta oscura empieza a tener más detalles. La sombra saca sus brazos de detrás de la espalda y separa sus brazos. Uno de ellos es mucho más largo que el otro. Con una forma más cilíndrica. «No soy una mierda» consigue decir entre saliva espesa y restos de vómito.

«No soy una mierda». Un jadeo. «Tú -respira-. Tú eres una mierda. Ahí, hablas y miras. No me ayudas». Ya envalentonado al ver que consigue articular sus palabras, continúa-. Aquí sólo tú eres una mierda. Una puta mierda eres.»

Un paso y a está más cerca de la sombra. Le parece oír una risa seca que mezcla desprecio y asco y le alcanza el pecho como una cuchillada. Hay algo familiar en esa voz que ya no le habla pero que le sigue golpeando dentro.

«¿Quién eres y qué haces aquí?» grita apoyado en la pared y alargando sus brazos. La respuesta le llega en forma del dolor de los huesos de su mano al romperse. Grita con sorpresa y el dolor se lleva consigo parte de su borrachera. Se coge la mano. Afina sus ojos. Ve algo más contra la luz. Ve el tubo metálico que aquella mano sostiene y el terror empieza a apoderarse de él. Intenta moverse, pero su cuerpo aún está aletargado por el alcohol y ni el pánico consigue hacer que se mueva más rápido.

«A la noche no le importas una mierda» insiste la voz al tiempo que el tubo de metal golpea el pecho y hunde dos costillas. «A esta noche que pronto se acabará le importa muy poco marcharse y dejarte atrás» un golpe que le rompe la mandíbula y llena de dolor su cerebro, le hace temblar las piernas. Levanta los brazos en un intento de cubrirse y protegerse de los golpes que vendrán. Pues sabe que habrá más.

«No le importas una mierda a nadie» y el siguiente golpe le alcanza en la cabeza, que rebota contra el muro salpicándolo de sangre y restos de hueso.

«A nadie, papá. Ya no».

24/01/2014

Más allá

Respira hondo. Más allá de sus párpados cerrados siente el sol y sobre la piel una suave brisa que alivia el calor. En el aire capta su aroma. Mueve la mano unos centímetros hacia la derecha y ahí están los dedos de ella, esperando para […]

Read more

Toxicidad

  Mírate al espejo. A los ojos. Visualiza a tu alrededor a esas personas que han estado o todavía están cerca de ti. ¿Ves las heridas? ¿Ves las expresiones de dolor? Seguro que también puedes ver los espacios vacíos que han dejado quienes ya no […]

Read more

Antes de su boda

Durante la conversación más triste de mi vida, mis ojos no se apartaban de su verde mirada. Hubo palabras. Palabras equivocadas y, tal vez, palabras certeras. Hubo sinceridad pero también pensamientos que murieron antes de llegar a ser formulados. Hubo silencios apretados en abrazos, que […]

Read more

Pequeña

Eres tan pequeña que te puedes perder entre mis brazos. Tan pequeña que me miras desde abajo y veo tus ojos sonrientes al lado de tu nariz que me apunta. Cuando no me miras, sólo puedo doblar mi cuello y besar tu pequeña cabeza. Intento […]

Read more

Cada vez

Es algo nuevo. Pero es algo que se repite. Cada vez. Te conozco bien, muy bien. Pero cada vez que te veo me enamoro de nuevo. Más. Cada vez que quedamos, siento algo dentro, esa excitación y nervios que sé que he sentido más veces […]

Read more

El día que…

El día que no te besé estuviste sonriendo todo el tiempo, hablando relajada, enredando con mi pelo de vez en cuando y tenías una mirada que no alcanzaba a comprender.

Hoy, el día que no te tengo, comprendo todo lo que tus ojos me estaban diciendo y sólo me queda llorar y desear que el tiempo se pare y hasta se retuerza por darme otra oportunidad en aquel momento, por mirarte y comprender que las palabras ya sobraban, que las manos estaban diciendo todo y que, tu mirada, tus párpados, el gesto de tus labios y el color de tus mejillas sólo querían que me callara y abrazara mi boca con la tuya.

Quedan, ahora, el miedo, mi odio a mi mismo y la mirada vidriosa frente al espejo de un borracho arrepentido que sabe que perdió su oportunidad y aún no se atreve a dar el paso para olvidar y morir… o vivir sin ti, que es igual.

Sin deshacer las maletas

– Lo cierto es que apenas he deshecho las maletas. En seguida volveré a irme. A finales de mes más o menos. Yo la miraba fascinado. Aquella chica había viajado por medio mundo, había trabajado en lugares fantásticos… y era encantadora. Contando sus batallas transmitía […]

Read more

Tu dolor

Hoy la muerte me ha visitado. Y la he reconocido a pesar de todo. No venía de negro, con túnica y guadaña.

Hoy he visto a la muerte en tus lágrimas, en la expresión rota de tu rostro, detrás de tus ojos tan tristes. La he visto como nunca imaginé.

Y tuve tanto miedo… Apenas he podido cogerte la mano y mirar. Desear que pronto pase todo, que puedas volver a sonreír recordando los momentos que pasaste con él; sin la punzada de la angustia de haberlo perdido.

Llorabas y el corazón se me partía con cada una de las gotas de plata que salían de tus ojos. Y me apretaba contra ti para no derrumbarme, sin poder hacer nada más que estar ahí a tu lado, callado, viendo como la muerte de tu ser querido te estaba queriendo matar.

Pensé muchas palabras y cosas que decir. Fallidos intentos de consuelo que conseguí ahogar antes de que salieran de mi boca. Contuve mi pena, alejé mi dolor y posé mis labios en los tuyos. Tus ojos se abrieron enrojecidos, pero entre los regueros de lágrimas de tu cara esbozaste una sonrisa y supe que mi calor te había llegado.

He visto la muerte en tu desconsuelo y desesperanza, y he tenido miedo. Pero estaré contigo.

Esta noche

Entre mis barbas quedan enredados aún tus besos y por mis dedos juegan a esconderse como una sombra los restos del olor de tu cuerpo. Como un tatuaje queda el recorrido de tus manos por mi cuerpo marcado hasta las venas.

Pero tu ausencia….

Ahora tu ausencia llena este cuarto, empuja las paredes sobre mí y hace del aire sucio alquitrán que ahoga mis pulmones.

Quiero que el alba deje su caprichoso paseo y te traiga a mi lado. Es así.